Baños debe ser uno de los pueblos con menos encanto de Ecuador, sin embargo su estratégica ubicación en la “pre selva” merecía la pena una visita.
Aparte de arrendar bicis y dar una vueltecita por los alrededores, tomamos un tour (si un tour! A pesar que nos definimos como los “anti tour”)… para que nos llevaran a recorrer un poquito de la selva. Nos advirtieron que NO veríamos muchos animales, exceptuando pajaritos.
Nos levantamos muy temprano en nuestro hostal con un nombre muy criollo y autóctono como es Transilvania! y caminamos donde la agencia a buscar nuestras botas y equipo. Una vez realizado esto, nos condujeron a un minibus llena de chicos y chicas de veinte y muy pocos años… Si bien, no me considero viejo vieeeejo todavía, realmente me sentí algo desfasado en la edad… Nos hicimos buenas migas de todas formas superando las “trabas generacionales”
Nos llevaron a una aldea india, que vivían de lo que cultivaban y (como no!) del turismo experiencial, con pintada de cara con motivos salvajes incluido y con interesante paseo en canoa incluido para los regalones! (como en la película “La Misión”).
Continuamos con un paseo a una colina para ver la selva en su plenitud y lanzarnos en liana (como George of the Jungle) y caminar a una de cientos de cascadas, donde pudimos refrescarnos con un chapuzón glorioso… mención aparte fueron las pibitas argentinas en pequeños bikinis, no disponemos de material gráfico eso sí… y todo culmina con una visita a un centro de rehabilitación de monos (que estaba cerrado, los monos se fueron a acostar)… aunque ya habíamos ido a uno en Borneo de orangutanes
Pero el paseo no estuvo exento de polémicas…
Así como cuando un grupo de nenitas argentinas –¿viste?-… las mandan en un taxi a donde estábamos, sin implementos, para pasar una noche en la selva… reclamaron porque no tenían la cara pintada, porque estaban sin botas, que no querían viajar apretujadas en el minibús (eran bastante gorditas, ah?)… y un largo etcétera… finalmente se fueron.
O cuando descubrimos que el vehículo no tenía la autorización de ser utilizado para turismo. Los guías “sensatamente” nos mandan en taxi en dos grupos separados hasta pasar la garita de la policía. Cuanto corto, al final la policía los detiene, nos mandan nuevamente en taxi, luego nos dejan en una tienda en medio de la carretera, para esperar a los guías en el minibus porque “arreglaron” con la policía.
Pero en verdad, eso no es lo importante… el secreto mejor guardado en Baños no fue la experiencia selvática. Fue la comida de antología del chef del restaurant Ayahuaska (desde NYC)… muchas gracias Freddy!
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